viernes, 28 de diciembre de 2007

Los templos que escriben el amor





El Kamasutra tallado en la piedra de la antigua India

En Khajuraho, una de las tantas aldea de la siempre sorprendente y enigmática India, ubicada a casi 600 kilómetros de Nueva Delhi, los turistas apasionados sentirán un regocijo al visitar los templos eróticos más particulares y majestuosos del continente asiático. Este pueblo de sequías prolongadas, detenido en el pasado, cuenta con un conjunto de edificios sagrados que provocan en la gente desde un pudor estremecedor a un estado de fascinación.

Logran tal impacto en el visitante que en algunos casos dispara sonrisas procaces y decires burlones; en otros una fascinación absoluta. Deslumbran las escenas amorosas talladas en los santuarios de piedra arenisca en los que las figuras, amándose, se suceden en cuadros, conformando franjas de personas que se amalgaman desde una base rectangular para culminar en los pliegues de las cúpulas que conectan al mundo terrenal con el sagrado.
En el interior de cada monumento, declarados en 1986, Patrimonio mundial por la UNESCO, hay una especie de altar donde aparentemente tenían lugar ceremonias religiosas u orgías sagradas.

Y esto se relaciona con alguna de las varias teorías que intentan explicar tan magnífica e imponente proliferación de personas desnudas en acto amoroso. Una vez más son diversas las opiniones que explican tanto despliegue de posturas, de maneras de amar, de formas de encuentro, de cuerpos desnudos, de entrega sensual a cielo abierto. Algunos dicen que son libros para educar a la gente en el arte de amar; para que la procreación sucediera y así la continuidad de la familia. ¿Cómo explicar que a través de estas manifestaciones alcancen a Dios, una de las tantas suposiciones?.

No es simple, algunos estudiosos comentan que la inspiración fue el tantrismo, un movimiento religioso que surge por el año 500 aC, como un sistema filosófico que tenía un conjunto de pensamientos y creencias; de ritos y prácticas impregnados de un elevado contenido mágico. El tantrismo está compenetrado de erotismo y de sexualidad que se hacen presentes en una concepción femenina de la divinidad representada en la exuberancia de sus dioses, en la doctrina de que el momento supremo para la deidad es el de la unión sexual del dios Shiva con su mujer, Parvati; y para el devoto la unión con su pareja.

Dentro de sus rituales, hay un complejo de ceremonias. Una combina la sexualidad que sucede en una orgía sacralizada o justificada, ceremonias que reunían a hombres y mujeres, sin distinción de castas alrededor de un diagrama que representan el órgano sexual femenino. La liberación era la búsqueda y el vehículo de encuentro con lo superior. Cualquiera sea la razón, los indios dicen que no es posible irse del país sin visitar Khajuraho, es decir, perderse el placer de observar la historia escrita del amor.

La época ideal para visitarlos va de noviembre a fines de abril, cuando pasó la temporada de las lluvias monzónicas, cuando la India revive, y sus ritos y leyendas antiguas cobran vida en cada pequeño tramo de este país de contraste, que arrebata un soplo del espíritu a cada visitante. El pueblo de Khajuraho es pequeño, con casas construidas con techos de palmeras, bordeadas de campos donde todavía los buitres se ocupan de limpiar los esqueletos de los animales que mueren, brindándole así un servicio a los agricultores que luego venden los huesos.

Los templos son el centro de la vida de la aldea. Y superado el shock que provoca el encuentro con las tallas, que imponen a los visitantes, durante gran parte de la visita, el silencio, los observadores se encuentran con esos espíritus de la naturaleza, con la idea de la devoción y del goce, con un homenaje a la vida realizado por arquitectos que trabajaban después de un período de meditación, y del alcance de cierto estado de beatitud ligado en coincidencia con el tiempo astrológico justo.
Esa abundancia expresiva se hacía siguiendo las reglas escritas en textos o manuales –sastras-que señalaban con minucia los pasos a seguir para dar a la obra un valor real. Aunque todos los templos rodeados de jardines son diferentes en forma y tamaño –el Kandariya Mahadeo, que es el más grande, mide 34 metros de largo, 21 de ancho y 35 de altura- moran las divinidades, las apsaras o bailarinas celestiales, y en general tienen unas 600 tallas cada uno que forman historias individuales o colectivas.

Abundan en este mundo en el que lo sagrado se ensambla y diluye con lo profano, los cuadros de mujeres decorando sus cuerpos, siempre voluptuosos y provocativos, con pulseras y collares, o colocando, mientras se miran en un pequeño espejo, una raya bermellón, como aún se hace hoy, en la línea que divide la cabellera; otras están concentradas en sus manos y en sus pies lugares donde pintas flores y círculos para embellecerlos.

Ahí están eternizadas, como epílogo del encuentro que se acerca, acariciando con aceites perfumados sus cuerpos. Conjunto de edificios, obra de artesanos anónimos, despliegan con total naturalidad los sensuales relatos de Kamasutra de Vatsyayana, el libro del amor. Los templos eróticos de Khajuraho, ubicados en el estado de Madya Pradesh, se construyeron entre los siglos X y XI, durante la dinastía de los reyes Chandella, los cuales, de acuerdo a una romántica leyenda, descienden de la luna. Si bien en principio fueron 85, en la actualidad perduran 22 distribuidos en un área de seis kilómetros. Visitarlos es un goce para todos los sentidos.



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