Coopa-Roca, una cooperativa que cambia la historia de las mujeres de la Rocinha, Río de Janeiro, Brasil 
Moda de vanguardia desde la favela 
En la favela Rocinha de Río de Janeiro, Brasil, uno de los barrios más pobres de América del sur, un grupo de mujeres está generando una revolución en la industria de la moda.
Marginadas del sistema de empleo y de las posibilidades de acceder a una existencia digna, las costureras de la Rocinha, donde viven aproximadamente 130 mil personas, confeccionan ropa de vanguardia y otros artículos para el hogar que se comercializa en varios lugares del mundo. Los vestidos, las blusas, los pantalones y los accesorios que surgen de las manos del equipo que lleva el nombre de Cooperativa Coopa-Roca –creada en 1981- han sido varias veces tapa de revista como Elle y Vogue, además de desfilar por pasarelas que van de París a New York.
Las mujeres que habitan un espacio abundante en calles enredadas y angostos callejones que hace poco estuvo a punto de ser amurallado para evitar su expansión, se pusieron de pie con firmeza para sostenerse y proteger la vida propia y la de sus familias. Decidieron convertirse en artífices de un mejor destino, cuando la socióloga María Teresa –Teté- Romeiro Leal, visitó con quien trabajaba en su casa, una ex habitante de la favela, el lugar y comprendió que era fundamental hacer algo para sacarlas de la exclusión comunitaria a partir del don que tenían para cocer. Es decir, convirtiendo sus habilidades en un valor.
Leal reflotó los talentos femeninos, instó a las mujeres a recuperaron viejas y bellas técnicas artesanales de Brasil –crochet, aplique de lazos, adornos realizadas con nudos y remiendos- y pidió excedentes de telas a las fábricas. Con su guía empezaron a confeccionar acolchados más atractivas fundas para almohadones. Gradualmente ganaron experiencia, empezaron a vender sus creaciones y luego fueron creando una serie de productos de color tan vitales como los carnavales brasileros que saltaron al estrellato en un show de moda que tuvo lugar en Río en 1994.
La socióloga también estableció alianza con diseñadores, entre ellos Carlos Miele y Marcelo Sommer, por un lado para que las capaciten, establecer estándares de calidad y, por otro, para que ellas pudieran comenzar confeccionar parte de sus diseños. De esta manera, las costureras de Rochina fueron generando ropa deslumbrante que se distingue por un estilo tan particular que las llevó a ser distinguidas en el universo de la moda.
El objetivo de Copa-Roca es proporcionar a las mujeres una forma de empleo flexible que les permita tener una renta y cuidar a sus hijos, en especial las madres solas. En la actualidad el equipo está integrado por 150 costureras, tienen la oficina en el centro de la favela aunque trabajan desde sus casas y toman las decisiones en forma grupal.
Artesanas que muestran sus creaciones en exposiciones como Retalhar, en 1994 presentaron sus productos en la exposición Hause Der Culturen Der en Berlín, comercializan parte de sus creaciones en tiendas C&A, en Oskelen y han consolidado una red de centros de venta.
Cooperativa que existe en una de las áreas más violentas de Río, ciudad en la cual las favelas tienen más de 120 años de historia, su tarea se expande en el mercado mundial. El grupo se amplia con una visión a largo plazo, consolida su identidad, aumenta la autoestima, se integra económica, social y culturalmente, entretanto mejora la calidad de vida.
Las mujeres que habitan un espacio abundante en calles enredadas y angostos callejones que hace poco estuvo a punto de ser amurallado para evitar su expansión, se pusieron de pie con firmeza para sostenerse y proteger la vida propia y la de sus familias. Decidieron convertirse en artífices de un mejor destino, cuando la socióloga María Teresa –Teté- Romeiro Leal, visitó con quien trabajaba en su casa, una ex habitante de la favela, el lugar y comprendió que era fundamental hacer algo para sacarlas de la exclusión comunitaria a partir del don que tenían para cocer. Es decir, convirtiendo sus habilidades en un valor.
Leal reflotó los talentos femeninos, instó a las mujeres a recuperaron viejas y bellas técnicas artesanales de Brasil –crochet, aplique de lazos, adornos realizadas con nudos y remiendos- y pidió excedentes de telas a las fábricas. Con su guía empezaron a confeccionar acolchados más atractivas fundas para almohadones. Gradualmente ganaron experiencia, empezaron a vender sus creaciones y luego fueron creando una serie de productos de color tan vitales como los carnavales brasileros que saltaron al estrellato en un show de moda que tuvo lugar en Río en 1994.
La socióloga también estableció alianza con diseñadores, entre ellos Carlos Miele y Marcelo Sommer, por un lado para que las capaciten, establecer estándares de calidad y, por otro, para que ellas pudieran comenzar confeccionar parte de sus diseños. De esta manera, las costureras de Rochina fueron generando ropa deslumbrante que se distingue por un estilo tan particular que las llevó a ser distinguidas en el universo de la moda.
El objetivo de Copa-Roca es proporcionar a las mujeres una forma de empleo flexible que les permita tener una renta y cuidar a sus hijos, en especial las madres solas. En la actualidad el equipo está integrado por 150 costureras, tienen la oficina en el centro de la favela aunque trabajan desde sus casas y toman las decisiones en forma grupal.
Artesanas que muestran sus creaciones en exposiciones como Retalhar, en 1994 presentaron sus productos en la exposición Hause Der Culturen Der en Berlín, comercializan parte de sus creaciones en tiendas C&A, en Oskelen y han consolidado una red de centros de venta.
Cooperativa que existe en una de las áreas más violentas de Río, ciudad en la cual las favelas tienen más de 120 años de historia, su tarea se expande en el mercado mundial. El grupo se amplia con una visión a largo plazo, consolida su identidad, aumenta la autoestima, se integra económica, social y culturalmente, entretanto mejora la calidad de vida.
La expansión de las costureras de la favela, una gran ciudad dentro de una gran ciudad, demuestra como el ingenio y el instinto de la sobrevivencia son fuerzas poderosas que contrarrestan cualquier tipo de preconceptos, en especial los que sostienen que los pobres urbanos no pueden crear espacios productivos de valor ni empleos creativos. Las costureras de una de las numerosas favelas de Río de Janeiro, demuestran que todo es posible siempre que el deseo esté presente.
