“El tercer milenio será espiritual, o no será”
André Malreaux
El sistema económico colapsa; los pobres son cada vez más, y más pobres; la insatisfacción abunda como la sal en el mar, aun en los que están repletos de dinero; la tierra pide a gritos que dejen de destrozarla; las especies se extinguen en atroz silencio; los bosques, esos queridos pulmones del planeta, desaparecen sin dejar rastros en pos del avance humano y, entre tantas otras penurias, por el desgaste de la capa de ozono, originado mayormente por la emisión de contaminantes en la atmósfera, hasta el sol se ha convertido en un peligro. Y ni hablar del cambio climático. Tiempo de agobio, esta suma de calamidades puede dejar de oscurecer la existencia si se comienza a repensar el actual sistema de vida, la manera cómo se dan las relaciones y, sobre todo, las características de los métodos de trabajo.
No todo está perdido, dioses, milagros y pasiones mediante. Llega una ola de auxilio con caricias de esperanzas cuando innumerables profecías que aplacan el deseo de vida y aumentan el temor a la incertidumbre, anuncian desgracias al por mayor. Parece atajos de cordura que comienzan a iluminar las mentes de los hombres de negocios. Cansados por el estrés de mantener un sistema de producción que socava energías y vínculos con el fin de mejorar la rentabilidad, los ingresos y las cotizaciones de la bolsa, los líderes comenzaron a trabajar en la creación de un nuevo paradigma para el universo de los negocios. Se trata, de acuerdo al físico Fritjof Capra, autor de The Turning Point, de una visión tan revolucionaria como fue el descubrimiento de Copérnico de que la tierra no era el centro del universo.
“A pesar de ser difícil de aplicar, el nuevo paradigma está teñido de espiritualidad. Deja de lado parte del espíritu materialista de los negocios e impulsa para que emerja una actitud de servicio que tiene en cuenta desde lo físico y lo psíquico, cada una de los seres y de las partículas que forman este mundo. La consigna del futuro es ser ecológica, económica y humanamente sustentable”, explica Alicia Dellepiane, psicóloga y creadora del programa Aletheia.
El reconocimiento de la importancia que tienen cuidar cada uno de los diminutos detalles que hacen ésta red global de interrelaciones, es básico para los integrantes de éste grupo de hacedores que están diseñando la transición hacia una forma más benéfica y menos demoledora de producir, comerciar, relacionarse y vivir. La concepción del trabajo está cambiando: su rol en nuestras vidas se redefine, está dejando de concebirse como una maldición bíblica para convertirse en un camino de descubrimiento personal. El replanteo alterará nuestra relación con el trabajo y, por lo tanto, el enlace entre empresas y empleados; entre el entrepreneur y su negocio. La visión concibe al negocio como un elemento de creación de valor económico, social y espiritual. Las empresas deberían dejar de ser anoréxicas, es decir, aburridas porque no proveen nutrimento emocional a sus empleados. Y como el tedio mata el espíritu la idea de hacer carrera en los negocios, pierde atractivo para los individuos creativos. Cambio pasusado, recordando a Robert Hasas, de Levi Strauss & Co., una de las diferencias más visibles entre las corporaciones del futuro y las de hoy, no serán los productos que hagan ni los equipamientos que utilicen, sino la manera como trabajan, por qué lo hacen y el significado que el grupo le otorga a las actividades. Comenta que la competencia dará lugar a la cooperación y a la co-creación. A su juicio, las organizaciones funcionan mediante conceptos rígidos y con la idea de que la gente es fácilmente reemplazable.
“El paradigma que emerge se basa en el reconocimiento del valor de la conciencia de cada ser humano, en el reconocimiento de que es posible hacer negocios sacando de nosotros la sabiduría más profunda y en conectados con la conciencia propia, de los otros, de cada ecosistema y del planeta. Las claves de este período son conexión, creatividad, compasión e intuición. Es un tiempo en el que aflora la libertad para usar todos nuestros valores internos, responsabilizándonos por nosotros, por los demás y por el hábitat”, dice Michael Ray, coautor, junto a Alan Rinzler, del libro The new paradigm in business.
Hacer negocios con alma tiene ejemplos que pueden despertar el interés de los empresario que se resisten al cambio. “Los mejores impulsores son los pares. Sólo cuando un ejecutivo ve a otro transformarse, tiene ganas de comenzar a hacerlo. Hay que formar la masa crítica para generar transformaciones, de lo contrario es difícil que se animen o quieran algo que no está aprobado por sus colegas”, comenta Silvia González, psicóloga.